El encabronamiento se llama... AUNA

Es increible la cara de tontos que debemos tener algunos, porque en compañías del tipo Timofónica, Ahuna y similares, nos toman por el pito del sereno como no adoptemos actitudes extremas. Todo comienza porque sus servicios están completamente subcontratados a otras empresillas. Como el control sobre la eficiencia de estas subcontratas es mínima, mejor no tener nunca ningún problema. Ahora os cuento.

Imaginaos por un momento que tenéis una reclamación y queréis que os devuelvan los dineros. Pues como por un lado, el servicio técnico es una subcontrata y el departamento de atención telefónica y/o el de bajas son otra, el movimiento de papeles y burocracia te toca los huevos. ¡Eso debería ser problema suyo!! A mi me tocan la piruleta cada vez que me pasan con el "departamento" adecuado y les tengo que repetir a todos el DNI, número de teléfono y hasta las caries que tengo en la boca. ¡Cansinos!

Lo más bizarro me sucedió el otro día cuando intenté averiguar en Ahuna-cables si sus servicios llegaban a mi bloque. La atención telefónica (902 de pago, of course) fue una tristeza, porque no encontraban ni mi calle. La risa está en que tengo un cajetín que pone Ahuna al lado de mi ventana. Ver para creer. A la despistada de turno le pregunté entonces si tenían una oficina en Málaga para hacer la consulta, y me dio una dirección ¡pero no sabía el teléfono!! Total, que allí me planté y comencé a ver fenómenos extraños. En primer lugar, sólo había dos señoritas delante de un ordenador, solas ante el peligro, y por lo menos veinte personas de pie esperando el turno. Cuando me quise dar cuenta, resulta que solo habían colocado cuatro silloncillos simbólicos, seguramente para espantar a la peña que tenía que esperar pacientemente su turno, que por cierto se cogía con un expendedor de esos que hay en todas las charcuterías. Lo peor es que todo cristo allí iba a montar el picatoste y a reclamar. Se ve que es costumbre en esta compañía seguir cobrando recibos cuando alguien se ha dado de baja...

Tras un buen rato escuchando testimonios que a Alicia Senovilla le hubieran salvado más de un programa, vi unos peldaños de una escalera y me senté de malas formas. Junto a mi, apareció al tanto un hombre joven que me rayó completamente cuando me confesó que: "Tio, hoy salgo en los periódicos!".

Su verdadera historia, junto a la de un vejete que vendía gasolina en Tetuán, en el próximo post...

CONTINUARÁ