Lo de Tutankamones me toca los...

Sí, amigos. Una amarga y oscura maldición se cierne sobre el grupo de música del cual soy miembro honorario (es decir, que no cobro un duro): los Katranes. Si parecía que no nos conocía nada más que el compadre que nos alquila el local, ¡pues no! Resulta que el mismísimo Tutankamon sabe de nuestra existencia, se ha picao no sé por qué, y ha lanzado una pérfida conjura sobre nosotros.

Como no tengo mucho tiempo, baste decir que el miercoles daremos un conciertillo en un pub de Córdoba, donde tenemos unos colegas y vamos a echar un rato chulísimo. Claro, es un día raro, raro, pero es que el concierto ¡¡tenía que haber sido el viernes pasado!!

Resulta que a nuestro bajista van y le ponen el último examen de la carrera el sábado. Pobrecillo, con todos los días que había... ¿mala suerte? Hay que posponer. Sigamos: hace una semana a nuestro guitarra le robaron el instrumento y el ampli. Joder, que casualidad. Pero ojo, que unos días más tarde robaron en casa del bajista...

Más: nuestro colega de Córdoba, que toca el violín como Dios, se iba a hacer un par de temas conmigo... pues va y le da un lumbago que está doblao el pobre... Una ruina!!

Todo aquel que se acerque a los katranes está condenado, amigos. Antes por los sablazos que dábamos, ahora por culpa de la momia tocacojones. Veremos a ver cómo se da el concierto. ¡¡Vete a maldecir a otros, cansina!!